He intentado describir lo que cuentan los lugareños, los secretos de los viejos rincones y aquello que te sugieren los paisajes. Y cuando todo esto lo recoges en una novela de costumbres, entonces empiezas a ver el pueblo como si realmente hubieras nacido allí, y a los personajes como si los conocieras de toda la vida. Todo lo demás es accesorio, pues no debe uno esperar gran cosa: hay gente que te anima, y también los hay que no te miran bien.

 

He tratado de captar el ambiente de sus calles y plazas, pasearme por sus verdes campos, oír el murmullo del río a su paso por el viejo puente, reflejar el alma del pueblo y, sobre todo, grabar las voces de los lugareños

 

Sí, definitivamente, ese pueblo ya forma parte de la vida de uno, pues he querido rescatar del olvido los recuerdos que vagaban perdidos en el tiempo.


Extremadura es única